30 de agosto de 2008

XXII DOMINGO ORDINARIO

Evangelio según San Mateo 16,21-27.
Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá". Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.

¿DE QUÉ SIRVE GANAR EL MUNDO ENTERO SI SE PIERDE LA VIDA? De qué le sirve la hombre ganar el mundo entero si él mismo se pierde?.(Mt.16,21-27). Es la pregunta que Jesús plantea a sus discípulos después de anunciarles que va a sufrir mucho por causa de los poderosos de su tiempo. Jesús comprende que su Pasión forma parte de la misión que le ha encomendado Dios Padre. El sufrimiento, el dolor y la muerte, se transforman en camino de redención, sólo si son asumidos por la plenitud de vida en el amor que nos trae Jesús Mesías. Pero Pedro, al igual que muchos de nosotros hoy, no percibe el alcance de las Palabras del Señor y rechaza la Pasión de su Maestro, porque no comprende su valor fecundo. La pregunta de Jesús es de actualidad para nosotros, inmersos en una cultura que evade y oculta el sufrimiento, el dolor y la muerte. Hoy los que cuentan socialmente son las mujeres y los hombres triunfadores en los negocios, la universidad, la vida social, el deporte y tantas otras áreas de la vida. Imponen su presencia sobre el resto de las personas, quienes hablan fuerte y golpean duro. Los modelos de felicidad de nuestra sociedad actual se identifican con quienes ocupan los primeros puestos. Se nos ofrecen muchas cosas, creyendo ilusoriamente que al poseer el mundo vamos a descubrir la clave de la vida. La competencia para triunfar y sobresalir hoy día es dura e inhumana. Se lucha y se sufre a cualquier precio para lograr metas de superación en ventas, en eficiencia laboral y profesional. Y todo esto ¿para qué?. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?. Los ritmos de trabajo agobian a las personas en su vida personal y social, perdiendo su sentido como medio para vivir y transformándose en finalidad de vida. Hay en esta situación sufrimientos que nos destruyen, haciéndonos perder el horizonte de la vida y la libertad. Jesús nos invita a descubrir sufrimientos que fortalecen nuestra vida. Son aquellos por causa del amor, cuando luchamos por ser fieles, honestos, justos, solidarios, tolerantes. Por todo esto, viene al caso que nos hagamos la pregunta de Jesús: ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde su vida?. Jesús nos invita con sencillez a tener la valentía de jugarnos por algo que en verdad no nos deje vacíos: Dar la vida por amor, aunque eso duela. Fr. Miguel Ángel Ríos op.