21 de septiembre de 2008

XXV DOMINGO ORDINARIO.

Evangelio según San Mateo 18,15-20.
Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".

LOS OBREROS DE LA ÚLTIMA HORA. Hoy el evangelio nos presenta la parábola de los obreros que habiendo sido contratados solo al final de la jornada, recibieron igual paga que los que habían trabajado la jornada entera (Mt.20,1-16). A primera vista, según los criterios humanos, parece injusto que los que trabajaron más horas no reciban una paga superior. Esta es la mentalidad representada por los obreros que en el relato, reclaman al patrón la aparente injusticia al no pagarles más que a los que trabajaron solo una parte de la jornada. El patrón, dueño de la viña, hace ver entonces a los jornaleros, que no está siendo injusto, puesto que en cuanto al dinero a pagarles, está respetando el trato que hizo con ellos al momento de iniciar la jornada. Lo acordado fue la cantidad de dinero necesaria para cubrir los gastos del día; es decir, les pagó lo necesario para poder vivir un día; en ese sentido es un pago justo. Precisamente lo central del mensaje de la parábola está contenido en la desigualdad de horas de trabajo entre los obreros y el pago de la misma cantidad de dinero para todos sin tomar en cuenta que unos obreros trabajaron mayor cantidad de horas que otros. El criterio de justicia empleado por el dueño de la viña para pagar el trabajo, no fue solo el de la cantidad de horas trabajadas, ni tampoco sólo el de la calidad del trabajo realizado, sino el criterio de lo necesario para vivir. En ese sentido el personaje de la parábola en su rol de patrón, es justo, porque aunque los últimos obreros contratados no trabajaron toda la jornada, les pagó el jornal necesario para vivir un día completo. Pagarles menos era dejarlos en una situación de carencia de lo necesario para vivir un día. Pero el alcance de la actitud del patrón de la parábola va más allá, porque refleja una justicia basada no sólo en los criterios y leyes humanas, sino una justicia basada en el amor. Es así como el personaje del patrón, refleja la actitud de Dios que actúa con justicia, porque actúa con amor por los que están más necesitados, como pueden ser, por ejemplo, todas las personas que carecen de una fuente de trabajo. Para los obreros que habiendo salido a buscar trabajo no lo encontraron sino al final del día, la paga de un jornal completo significa el fruto del esfuerzo por buscar trabajo estando parados la mayor parte del día. La paga de una jornal completo, es también el fruto de la actitud solidaria de un patrón justo, sensible a las necesidades de los sin trabajo. La paga de un jornal completo, representan también en el relato, el fruto de la acción de Dios, que actuando siempre con justicia y amor, le da a la vida de todo ser humano, una dimensión de gratuidad y bendición, al regalarnos lo necesario para vivir, sobre todo cuando a pesar de nuestros esfuerzos, topamos con nuestros límites humanos, sin poder producir por nuestros propios medios todo lo que necesitamos para la vida. Siempre actual, el mensaje de esta parábola pone de nuevo sobre el tapete de nuestra vida, el tema del salario mínimo ético y la necesidad de cultivar un sentido de justicia que vaya más allá del cumplimiento de normas, para llegar a un sentido de justicia motivado por amor a la vida y las personas. Así la solidaridad nos permite vivenciar en situaciones de carencia y pobreza la dimensión de gratuidad de la vida, en la cual se manifiesta el amor, la justicia y la solidaridad de Dios con nosotros. Fr. Miguel Angel Ríos op.

XXIV DOMINGO ORDINARIO

Evangelio según San Mateo 18,15-20.
Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".
“TEN PACIENCIA Y TE LO PAGARÉ TODO”. “Ten paciencia y te lo pagaré todo” le dice un empleado a su patrón, ante la imposibilidad de pagarle de inmediato la deuda de una fuerte suma de dinero. Esta es la situación descrita por Jesús en una de sus parábolas, para ilustrar la necesidad de perdonar a quien después de habernos ofendido, reconoce su falta y manifiesta la intención de reparar el daño cometido(Mt.18,21-35). Según el relato, el patrón escuchó al empleado, y al ver que la única manera de ajustar las cuentas era vendiéndolo a él, a su esposa y a sus hijos, prefirió perdonarle la deuda para salvar la vida personal y familiar de ese empleado. El relato agrega que el empleado al salir de la casa del patrón encontró a un compañero suyo que le debía una pequeña cantidad de dinero, pero no fue capaz de hacer con su compañero, lo mismo que hizo con él su patrón, y ante la deuda de una suma insignificante de dinero, el empleado se empecinó en exigir que se la pagara, a pesar de que el compañero le pidió lo mismo que él antes había implorado a su patrón:”Ten paciencia y te lo pagaré todo”. Quien dice: “Ten paciencia y te lo pagaré todo”, expresa la intención de reparar el daño cometido, y merece en justicia la confianza y el tiempo que pide. A veces después de cometer un abuso, sobre todo en el terreno económico, huimos, nos escondemos, nos justificamos, mentimos, o nos enojamos y agredimos más todavía. Jesús nos invita a asumir con sinceridad nuestras faltas. Esta actitud nos da derecho, siempre y cuando sea con sinceridad, para a decir: “Ten paciencia y te lo pagaré todo”. Muchas veces ante una agresión reaccionamos con violencia, con rencor y venganza; Jesús nos invita a reaccionar frente al agresor en forma no violenta, pacientes, y compasivos, sobre todo si nos pide tiempo para reparar el daño hecho. Perdonar, es abrirnos a la justicia de Dios que es el único capaz de juzgar sin condenar, porque nos juzga con su Amor. Si reaccionamos así, salvaremos muchas relaciones familiares, laborales y sociales, que de otro modo por causa de nuestros abusos y violencias se pueden truncar para siempre. Fr. Miguel Angel Ríos op.

XXIII DOMINGO ORDINARIO

LA PEDAGOGÍA DEL PERDÓN.
La mayor prueba de amor que dos personas, una familia, una comunidad o un grupo social viven, es la del perdón, cuando las relaciones humanas se ven sometidas al daño de la violencia, la mentira, la infidelidad, el rencor y la desconfianza. Cuando se producen situaciones de este tipo, el amor se resiente, se daña, pero no se acaba. En esas circunstancias, el amor adquiere la forma del perdón hacia la persona que ha provocado un daño; también por parte del agresor, a veces se toma la iniciativa de pedir perdón, pero eso no es así siempre. Aquí es donde el perdón requiere toda una pedagogía, como la que Jesús propone en el evangelio de hoy (Mt.18,15-20). El Señor aconseja tres pasos en el proceso de solución de un conflicto de convivencia comunitario. Primero, se trata de motivar al hermano/a, para que cambie de actitud, haciendo esto en forma personal y privada, para no dejarlo mal frente a los demás, de modo que no se dañe su dignidad como persona. Si esta instancia no da resultado, entonces es necesario hacerle ver su mala conducta en presencia de dos testigos. Si esta instancia tampoco da buen resultado, entonces el paso siguiente es someter el caso al juicio de la comunidad. Si en esta última instancia la persona se niega a reconciliarse, entonces ya no es digno de ser considerado como miembro de la comunidad. Siendo urgente en nuestra sociedad actual cuidar la paz, es también urgente cultivar actitudes de respeto y discreción en medio de conflictos de relaciones humanas, de modo que no dañemos la dignidad de nadie, sino por el contrario, dejemos siempre una puerta abierta, para reencontrarnos como amigos, hermanos y miembros de una misma sociedad. Resulta de gran actualidad el mensaje de Jesús a este respecto y su pedagogía del perdón, cuando en la actualidad vamos poco a poco perdiendo cada vez más el sentido del respeto por la intimidad y la dignidad de las personas, hasta llegar al punto en que nos encontramos con síntomas que hacen pensar que hemos perdido el criterio que nos permite discernir el ámbito público y el íntimo. No se trata de ocultar la verdad, sino de darla a conocer cuidando no denigrar ni humillar a nadie. Fr. Miguel Angel Ríos op.